El adecuado funcionamiento de los sistemas electorales es una garantía para el desarrollo y fortalecimiento de la democracia; es por ello que estos sistemas se han estructurado en base a unos componentes lógicos que obedecen a una realidad sistémica, uno de ellos es el ciclo electoral. En el ámbito de la doctrina electoral especializada, la idea del ciclo electoral ha permitido desarrollar, por lo menos, dos tipos de herramientas: 1) de planeación y el seguimiento para observadores electorales, agencias e instituciones de asistencia electoral, y autoridades electorales; y; 2) la evaluación de los niveles de la calidad de la democracia o la integridad electoral.