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A inicios de 2012, la Federación Nacional de Comerciantes de la República Dominicana (FENACERD) y la Unión Nacional de Supermercados Económicos (UNASE) afirmaron que no se vislumbraban alzas en los precios de los productos de primera necesidad, por lo menos en los primeros meses del año, salvo que se diera un aumento en la tasa de cambio.

 

Autora:
Katherine Then Díaz

  

(Santo Domingo, 30 de julio 2012). La razón principal de estas apreciaciones estaba fundamentada en cierta estabilidad que se observaba en el mercado internacional de las materias primas básicas. El panorama se percibía alentador si se toman en cuenta los incrementos que a finales de 2011 se produjeron en algunos artículos de consumo masivo, entre ellos el aceite comestible, cuyo precio llegó a incrementarse alrededor de un 10%.

Efectivamente, en las primeras semanas de 2012, la prima del dólar experimentó variaciones que generaron cierta preocupación en el sector comercial, en el entendido de que la situación podría reflejarse en los nuevos pedidos de productos y mercancías.

La recomendación dada por los comerciantes al Banco Central fue que continuara interviniendo en el mercado de las divisas, para evitar aumentos significativos en artículos sensibles de la canasta familiar, que irían en detrimento de la liquidez del sector y del poder adquisitivo de la población. A esta preocupación colectiva también se agregó el alza registrada en marzo en los precios de los combustibles.

Pasado el proceso electoral del 20 de mayo, diversos sectores han estado denunciando aumentos continuos y significativos en los precios de algunos productos de primera necesidad. El argumento difundido es que durante la semana de las elecciones hubo mayor demanda que oferta, lo que probablemente generó algún componente especulativo. Este argumento ha estado dirigido especialmente al caso de la carne de pollo.

Sin embargo, debido a que se ha denunciado que este elemento especulativo también ha estado girando en torno al precio de los huevos, preocupa que este artículo igualmente se constituya en un factor de controversia, como lo han sido la energía eléctrica, la carne de pollo, el gas, y el más reciente caso del salami, todos elementos de consumo masivo y artículos importantes de la canasta familiar dominicana.

Los medios han señalado que los precios de los huevos también se encuentran “al vaivén de la especulación” ya que estos se están vendiendo con gran divergencia de precios en diversos colmados y establecimientos comerciales mayoristas.

Esta situación se convierte en un factor preocupante, si se vincula al hecho de que luego del estudio sobre el salami, dado a conocer por el Instituto Nacional de Protección a los Derechos del Consumidor (Pro Consumidor), distribuidores de huevos han confirmado que el precio de la unidad de este artículo se ha incrementado, ante el rechazo de la población a consumir el salami y recurrir a los huevos como alternativa al consumo del embutido.

Reflexiones importantes

Estos acontecimientos ameritan una seria reflexión, sobre todo si se ponderan factores importantes como son las leyes de oferta y demanda; un componente especulativo que parece estar impactando desfavorablemente los precios de los bienes y servicios de la canasta familiar dominicana, y un posible rechazo de la población a consumir el salami, artículo importante de su alimentación.

Además, es necesario tomar en cuenta el contexto en el que estos acontecimientos están ocurriendo. El presidente dominicano ha llevado a cabo una ardua lucha que incluye una propuesta presentada y aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas para encarar la volatilidad y la especulación financiera en los mercados a futuro de los alimentos y el petróleo.

Sin lugar a dudas, esta propuesta se ha constituido en un gran logro para la política exterior de la República Dominicana. Sin embargo, al recordar que la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que una vez los estados firman y ratifican que el Derecho a la Alimentación forma parte de los derechos de segunda generación, en sus legislaciones internas deben convertirse en uno de los puntos principales a cumplir en el desarrollo de las políticas públicas aplicadas en sus respectivas sociedades.

Esto reafirma la necesidad de que desde el Estado dominicano se predique con el ejemplo, sobre todo si se toma en cuenta que como país propulsor de la propuesta estamos expuestos ante los ojos de la comunidad internacional, y que los altos precios de los artículos de consumo masivo parecen constituirse en la punta de lanza al cierre de la actual gestión de gobierno.