En República Dominicana se han conocido cuatro civiles como secretarios y/o ministros de las Fuerzas Armadas: Jacinto P. Peynado (1931-1932), Plinio R. Pina Chevalier (1933), Francisco E. Penzo (1933) y Joaquín Balaguer (1975). Los tres primeros fueron posicionados al inicio de la dictadura trujillista, mientras que el caso del doctor Balaguer fue producto de una crisis durante su tercer período presidencial.
Víctor Mateo
Coordinador de la Unidad
(Santo Domingo, 16 de septiembre 2013). En la recién pasada legislatura, el Congreso Nacional aprobó el proyecto de ley de las Fuerzas Armadas con el objetivo de adecuar a los nuevos tiempos la normativa vigente desde hace más de 35 años. Una de las modificaciones que más ha llamado la atención se refiere al estatus del incumbente, puesto que se plantea la posibilidad de que el ministro de Defensa sea un civil.
El proyecto fue enviado al Poder Ejecutivo para su promulgación; sin embargo, el Gobierno central realizó 41 observaciones. De acuerdo con declaraciones del presidente del Senado de la República Dominicana, Dr. Reinaldo Pared Pérez, tales comentarios consistieron en cuestiones de forma más que de fondo.
El miércoles 4 de septiembre de 2013, la Cámara Alta acogió las observaciones hechas por el Ejecutivo. Los diputados lo hicieron el martes 10 del presente, con lo que se completa el ciclo en el Congreso Nacional. Ahora se espera su promulgación.
En entrevista concedida al OPD, el senador Adriano Sánchez Roa resaltó las bondades del proyecto de ley recién aprobado por el Congreso Nacional con las observaciones del Poder Ejecutivo. El representante por la provincia Elías Piña sostuvo lo siguiente al hacer alusión a la figura de un ministro civil:
Se creará el puesto de jefe de Estado Mayor Conjunto como parte de una estructura. Quien esté en ese cargo será un jefe militar con rango de teniente general, que a su vez será una especie de coordinador […] de las tres instituciones castrenses, de manera que el ministro civil, si no tiene los conocimientos militares que puede tener un general […] que tiene al menos 35 años en la institución, pueda contar con una especie de asesor permanente en materia militar. Por tanto, cuando esa estructura se cree, pienso yo que ahí debe venir el ministro civil, porque una vez se cree dicha estructura, tomará su tiempo para adaptarse.
Situación latinoamericana
La Unidad de Poder Legislativo del Observatorio Político Dominicano (OPD) verificó, tras un análisis de las legislaciones en América del Sur, que diez países contemplan la posibilidad un civil como ministro de Defensa: Uruguay, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Brasil, Colombia, Venezuela, Perú, Chile y Argentina.
La situación es distinta en América Central: cuatro de seis naciones conciben que la dirección del Ministerio de Defensa sea ocupada por un militar. Costa Rica y Panamá son la excepción, pues carecen de fuerzas armadas como instituciones para enfrentar amenazas. En México se presenta un caso especial: el Ejército y la Fuerza Aérea responden al mismo incumbente, y la Armada a otro, a pesar de que el secretario de Defensa es un militar con rango de general.
Caso dominicano
En República Dominicana se han conocido cuatro civiles como secretarios y/o ministros de las Fuerzas Armadas: Jacinto P. Peynado (1931-1932), Plinio R. Pina Chevalier (1933), Francisco E. Penzo (1933) y Joaquín Balaguer (1975). Los tres primeros fueron posicionados al inicio de la dictadura trujillista, mientras que el caso del doctor Balaguer fue producto de una crisis durante su tercer período presidencial.
Balaguer secretario de las Fuerzas Armadas
Tras la muerte del periodista Orlando Martínez, Joaquín Balaguer, entonces presidente de la nación dominicana, nombró el 7 de mayo de 1975 al general Neit Rafael Nivar Seijas como jefe de la Policía Nacional. En protesta por la designación, presentaron carta de renuncia el entonces secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, contralmirante Ramón Emilio Jiménez hijo, y los jefes de Estado Mayor de las instituciones castrenses: Enrique Pérez y Pérez, Ejército Nacional; Salvador Lluberes Montás (Chinino), Fuerza Aérea Dominicana, y Manuel Logroño Contín, Marina de Guerra, por “no estar de acuerdo con decisiones que fueron tomadas en la últimas horas de aquellos días”.
Como respuesta, el presidente Balaguer asumió personalmente la jefatura de las Fuerzas Armadas, mediante el Decreto No. 853, y designó como jefe de la Marina de Guerra al vicealmirante Francisco Javier Rivera Caminero. Tres días después, el general Juan René Beuchamps Javier quedó designado como secretario de las Fuerzas Armadas y el general Braulio Álvarez Sánchez como jefe del Ejército.
Conclusión
Años atrás, los jefes de gobierno de las naciones del Cono Sur, incluyendo Centroamérica, designaban casi de manera exclusiva a militares de carrera en el principal puesto de mando militar. Sin embargo, desde hace cerca de dos décadas, América Latina ha asumido la tendencia a nombrar ministros civiles en la dirección de los ministerios de Defensa. En ese tenor, el Congreso Nacional dominicano discutió hace cinco años la modificación de la Ley No. 873, del 31 de julio de 1978, en el entendido de que se encontraba desfasada y no se correspondía con los nuevos aires de modernidad que exhibe gran parte de la región latina.
Hay quienes sostienen que el hecho de que un militar dirija el Ministerio de Defensa responde a la tradición bélica de un país. Esta postura no parece tener mucho peso, puesto que Colombia, un país inmerso en constantes conflictos bélicos internos, tiene al mando del ministerio a un civil, economista de profesión.
Otros plantean que un ministro civil en la Defensa puede coadyuvar a alcanzar logros que no se consiguen con un militar como jefe, pues se interpreta que un civil, como político al fin, puede exponer las cosas con más claridad al presidente de turno.
Pese a que existen dudas respecto a la inmediatez con la que República Dominicana se sumará a la tendencia latinoamericana que contempla la figura civil en lo militar, no es menos cierto que el país avanza y se actualiza en la nueva doctrina con la que se concibe el rol de las Fuerzas Armadas en momentos en que se redefinen las amenazas a la seguridad nacional y ciudadana. Los nuevos retos requieren nuevas legislaciones y nuevos reglamentos que faciliten el accionar y la toma de decisiones ante ellos.