El descontento ante la democracia ha provocado que el estudio de los actores políticos que dirigen las instituciones representativas se vea cada vez más monitoreado por los ciudadanos y las instituciones de monitoreo parlamentario. Este documento resume algunos aspectos del perfil de 222 senadores y diputados de República Dominicana. El análisis contempla sus competencias profesionales y experiencia política. Los resultados muestran datos relevantes sobre los legisladores que ejercen puestos de representación política en el Congreso Nacional dominicano.
Coordinadora
Investigadora
Introducción
El análisis de la clase política reviste mucha importancia a la hora de determinar el beneficio o perjuicio que esta le trae a las democracias. Sartori (1987) señala que la democracia depende de la calidad de sus líderes y que ella es terriblemente difícil, tan difícil que solo las élites expertas y rendidoras de cuentas pueden salvarla de los excesos del perfeccionismo, de la demagogia y de la degeneración de los partidos políticos; por eso, el liderazgo adecuado es vital a la democracia. Concluye diciendo que el mejor sistema electoral es aquel que otorga las herramientas para escoger los mejores liderazgos (Montaño y Cortés, 2014).
En este estudio, primera entrega de una serie elaborada en función del Directorio Legislativo de la República Dominicana 2010-2016, se analizaron las biografías de los 222 diputados y senadores que actualmente ocupan una curul en el Congreso dominicano. A continuación los resultados.
El Directorio Legislativo de la República Dominicana 2010-2016 es un proyecto editorial desarrollado por el Observatorio Político Dominicano (OPD) de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE), que recoge una ficha de cada legislador con su información personal, laboral y vida política, así como datos sobre la provincia que representan.
Competencias profesionales de los legisladores dominicanos
Nivel educativo y grado académico
El 87.8 % (195) de los congresistas dominicanos es universitario, mientras que el 6.3 % (14) completó la educación media y el 5.9 % (13) no ofreció información sobre su formación académica.
Las carreras predominantes en el Congreso Nacional son: Derecho [33.3 % (78)], Administración de Empresas [10.3 % (24)], Educación [9.0 % (21)], Medicina [8.1 % (19)] y Contabilidad [6.8% (16)]. Le siguen, ya en menores porcentajes, Ingeniería Agrónoma, Ingeniería Civil, Comunicación Social y Economía.
De los legisladores con formación universitaria, el 40 % (78) tiene estudios de maestrías, posgrados o formación especializada, contra el 60 % (117) que no cuentan con esa preparación. Igualmente, el 17 % (33) cuenta con una segunda carrera y solo tres legisladores tienen una tercera carrera.
El 55.6 % de los legisladores obtuvo título en una universidad privada, el 36.3 % es egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y el 8.1 % realizó estudios superiores en el exterior, destacándose España y Estados Unidos, como los países de mayor formación.
Éxito profesional
El éxito profesional refleja el grado de desarrollo profesional que los legisladores alcanzan en el desempeño de sus profesiones fuera del ámbito legislativo, sin dejar de considerar la carrera política como una actividad profesional en la que también se puede ser exitoso.
Es oportuno destacar el hecho de que muchos legisladores incursionan en la política después de haberse dedicado a su carrera profesional, mientras que otros han hecho de la política su actividad exclusiva.
El Gráfico núm. 6 presenta que el 51 % ha sido exitoso en el ejercicio de su profesión fuera del Congreso, destacándose en los sectores empresariales, comerciales y jurídicos. El 49 % se dedica de manera exclusiva a la función congresual o no especificó si realiza otra actividad profesional.
Experiencia política de los legisladores
La experiencia política es otro indicador que provoca diferentes reacciones en la academia y en la opinión pública. En sentido estricto, un político con experiencia beneficiaría al sistema democrático más que uno sin experiencia. Un senador o un diputado con años de experiencia en la actividad legislativa frente a otro con poca o ninguna, genera reacciones muy diversas. Los estudiosos de la democracia y de los políticos coinciden en que el legislador con mayor experiencia obtendría mejores resultados en su actividad, mientras que para la opinión pública, el diputado novato beneficiaría más a la democracia al no estar “contaminado” de lo que es la experiencia en la política. La primera opinión se refiere a una visión del político como recurso humano del sistema democrático; la segunda es una visión del político como producto de la mala forma de hacer política, percibida por los ciudadanos (Montaño y Cortés, 2014).
El Gráfico núm. 7 refleja que en promedio los legisladores que actualmente conforman el hemiciclo iniciaron su carrera política alrededor de 1985, unos 30 años de vida política. Se observa, además, que los legisladores con menos de 10 años de vida política son muy escasos.
El Cuadro núm. 1 indica que la mayoría de los legisladores tiene apenas seis años en sus funciones dentro del Congreso Nacional, aunque el 55 % de todos ellos haya ocupado puestos dentro de la Administración antes de ocupar una curul en cualquiera de las cámaras.
CONCLUSIONES
Los legisladores del Congreso Nacional dominicano muestran un nivel educativo elevado, pues el 87.7 % de ellos han alcanzado grado universitario. En adición, el hecho de que el 55.6 % haya estudiado en universidades privadas y un pequeño porcentaje (8.1 %) fuera del país, demuestra que el nivel económico de los congresistas va de moderado a elevado.
En República Dominicana solo el 6.3 % de los legisladores dominicanos alcanzó el nivel medio de educación, mientras que el 5.9 % no ofreció información al respecto. En la mayoría de los países latinoamericanos, al parecer, el elemento educativo no es una condición fundamental para acceder a puestos legislativo; el único país latinoamericano que establece el haber cursado la educación media o equivalente como uno de los requisitos para ser diputado o senador, es Chile.
Más allá de lo planteado en el párrafo anterior, una proporción significativa (40 %) de los legisladores con formación cuenta con doctorados, maestrías, posgrados o estudios especializados. Ello demuestra una buena disposición hacia el fortalecimiento de sus competencias formativas, lo que se traduce en mejoras del trabajo parlamentario realizado. Debe destacarse que la mitad de ese porcentaje se ha enfocado en el derecho.
De acuerdo con la concepción weberiana, hay dos formas de hacer de la política una profesión: o se vive “para” la política o se vive “de” la política. Esta afirmación no resulta excluyente en lo absoluto, pues en el Congreso dominicano se hacen las dos cosas: el 51% de los legisladores desempeña otras labores además de la legislativa, ejerce su profesión o se ha destacado en actividades labores fuera del Congreso, especialmente en los sectores empresariales, comerciales y jurídicos; el resto se dedica únicamente al ejercicio de la política como profesión y el 55 % ha tenido un cargo dentro de la Administración Pública antes de ocupar una curul en el Congreso.
Finalmente, los legisladores tienen en promedio 31 años haciendo vida política y unos 10 años dentro de la labor parlamentaria, lo que indica que existe cierto nivel de continuidad dentro del parlamento dominicano.
Referencias
Montaño, M. y M. Cortés (2014). “Perfil político de los diputados mexicanos federales del PAN y PRI de la LXI Legislatura: apuntes para un estudio cualitativo de los políticos”. Espiral. Estudios sobre Estado y sociedad, Vol. XXI, núm. 60.
Sartori, G. (1987). The theory of democracy revisited, Nueva Jersey: Chatham.
Valdés, J. y G. Comas (2015). Directorio Legislativo de República Dominicana 2010-2016. Santo Domingo: Observatorio Político Dominicano.
