En diciembre de 2013 la OMS emitió la primera alerta de transmisión local de chikungunya en las islas del Caribe. Para el 16 de junio, República Dominicana había registrado 89,720 infectados, un brote epidémico que no parece ceder.
Fanny Vargas
Coordinadora
(Santo Domingo, 18 de junio de 2014). En enero de 2014 se emitieron los primeros avisos en el país sobre un virus que se expandía por las islas del Caribe. En tal sentido, el Dr. Jesús Feris Iglesias, jefe del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital Infantil Robert Reid Cabral, expresó: “A pesar de que el virus tiene más de 50 años en el mundo, es la primera vez que circula en el país, porque penetró por la isla San Martin, donde viven muchos dominicanos que vienen a visitar a sus familiares aquí”. (Z101, 2014).
A partir del 16 de febrero el Hospital María Paniagua “Bobita”, de Nigua, San Cristóbal, comenzó a registrar un aumento sostenido de los casos de enfermedad febril acompañada de dolor en las articulaciones, síntomas asociados con la chikungunya. De alrededor de 50 casos sospechosos reportados semanalmente, este centro de salud llegó a notificar 458 en la última semana de marzo.
A partir de este brote el virus se expandió por San Cristóbal, con una tasa de incidencia general de 41 casos sospechosos por 100 habitantes. Algunos barrios de Nigua alcanzaron 66 casos por igual cantidad de habitantes.
En abril la enfermedad comenzó a expandirse fuera de San Cristóbal: se reportaron casos en San Pedro de Macorís, Santo Domingo Este, Hato Mayor, el Distrito Nacional, Valverde y Barahona. De hecho, para la última semana de abril y el inicio de mayo, los casos febriles sospechosos aumentaron cerca de 231 % comparado con la semana anterior. Se registraron unas 8,058 atenciones por fiebre, el 68 % de las cuales fueron reportadas en San Cristóbal. Al cierre de mayo, veintinueve provincias habían notificado casos sospechosos de chikungunya.
Los casos de chikungunya aumentaron sostenidamente en mayo. El Boletín Especial núm. 1 de la Dirección General de Epidemiología (DIGEPI), fechado el 26 de mayo, mostró que desde que el virus se detectó por primera vez en el país hasta el 24 de mayo, en el territorio nacional se habían registrado 38,639 casos sospechosos. Esta cifra aumentó a 52,976 para el 31 de mayo, un incremento de 37 % respecto a la semana previa.
El Boletín Especial No. 3, del 9 de junio, registró 77,320 infectados. En tan solo una semana se reportaron 20,382 nuevos casos sospechosos y para el 16 de junio siguiente se habían sumado 19,469. Es decir que desde la última semana de mayo, se habían añadido alrededor de 20,000 personas infectadas por semana, una tasa de incidencia general de 855 casos por cada 100,000 habitantes.
El 85 % de los casos está concentrado en 10 provincias y el mayor número de infectados se encuentra en San Cristóbal, el Distrito Nacional, la provincia Santo Domingo y San Pedro de Macorís.
El notable incremento registrado en mayo puede responder al hecho de que el virus tiene un período de incubación de aproximadamente 10 días, por lo que las personas que lo contrajeron durante el asueto pascual empezarían a mostrar síntomas a principios del mes de mayo. A esta situación se suma la falta de resistencia inmune de la población ante la enfermedad.
Letalidad
Hasta la fecha la DIGEPI ha registrado tres muertes sospechosas de estar relacionadas con la chikungunya, mientras que notas periodísticas de principios de junio registraban 7 u 8 fallecimientos sospechosos. El virus no es letal en sí mismo, pero la existencia de condiciones previas facilita el desarrollo de un cuadro clínico en personas mayores de edad que puede terminar en la muerte. Lo mismo ocurre con los recién nacidos. Este parece ser el caso de los fallecimientos registrados por los medios de comunicación.
La exclusión de las cifras oficiales de estos fallecimientos puede deberse a que las muertes no ocurren en hospitales, sino en las casas. Es frecuente que los aquejados por el virus no vayan a los hospitales, ya que conocen bien los síntomas y el tratamiento. Esto indica que la incidencia de la chikungunya se podría estar subestimando y el alcance de la epidemia ser incluso mayor del estimado.
La chikungunya ha tenido efectos sobre el día a día dominicano, provocando un amplio ausentismo en las labores educativas y productivas y desbordando la capacidad de respuesta de los centros médicos para dar atención al gran número de personas afectadas por el virus.
Transmisión
De acuerdo con la OMS (2011), el período promedio de incubación extrínseca es de 10 días, […] los síntomas de la enfermedad aparecen generalmente después de un período de incubación de tres a siete días (rango: 1−12 días)”.
La rápida expansión de la chikungunya en el territorio nacional se debe al método por el cual se transmite y a la falta de inmunidad de la población dominicana, que no había sido expuesta antes a este virus. Los mosquitos Aedes Aegypti y Aedes Albopictus, vectores del dengue y la chikungunya, infectados por el virus contagian a las personas a través de sus picadas y estas, a su vez, son picadas por mosquitos que luego transmiten el virus a personas sanas.
Ya que la población dominicana carece de los anticuerpos que proveen inmunidad, toda la población es susceptible al virus. De acuerdo con el infectólogo Clemente Terrero (7dias, 2014), alrededor de siete millones de personas podrían contraerlo. Al no existir una vacuna es más difícil evitar el contagio, además que las personas contagiadas se movilizan, lo que aumenta la propagación del virus.
Otro factor de riesgo es la facilidad con la que se cría el mosquito. Al inicio de la epidemia, el Centro para el Control de Enfermedades Tropicales (CENCET) estudió el riesgo entomológico en 38 viviendas del municipio Nigua y encontró un alto número de contenedores criando Aedes Aegypti y Aedes Albopictus: tanques, cubos, galones, cisternas, botellas y bromelias. Los operativos de prevención realizados recientemente, encontraron cientos de miles de criaderos en barrios y sectores.
Un factor determinante en la expansión de la epidemia es la actitud de la población. Es común la falta de conocimiento sobre la enfermedad e incluso la desconfianza ante las recomendaciones del Ministerio de Salud Pública. Es popular la noción que la chikungunya no es transmitida por un mosquito, sino que se trata de “un polvo, un químico que trajeron en un barco y lo tiraron en Haina”. (Pimentel, 2014; Piña, 2014; Amador, 2014).
Las personas tienen conocimientos generales sobre el virus –obtenidos a través de los medios de comunicación y las campañas de orientación– y pueden reconocer los síntomas, pero se rehúsan a creer que el mosquito es el vector de transmisión. No se considera posible que un mosquito pueda enfermar a tantas personas y transmitir la chikungunya y el dengue. Esta percepción evidencia que la comunicación de las autoridades de salud –cuya responsabilidad es informar y educar a los dominicanos sobre la enfermedad– no ha sido efectiva a la hora de llegar a la población.
Acciones de las autoridades
El Ministerio de Salud Pública (MSP) inició jornadas de fumigación en los distintos focos de infección y de eliminación de los criaderos desde que se confirmó el brote inicial de chikungunya. También se anunció la colaboración de numerosas instituciones públicas y privadas en estas jornadas, así como en las de información y educación.
Las sociedades médicas especializadas y técnicos del MSP elaboraron una guía para enfrentar el virus en los hospitales. El documento indica los criterios estandarizados de diagnóstico y tratamiento y se distribuye en los centros de salud (Diario Libre, 2014).
Las campañas de fumigación continuaron en diversas áreas del país. En mayo, los gobiernos locales se comprometieron a eliminar los criaderos de mosquitos, a desarrollar un programa de fumigación controlada, colocar larvicidas en los recipientes donde las familias almacenan agua y a concienciar sobre la enfermedad en las visitas casa por casa.
El 26 de mayo se anunció que los ministerios de Educación y la Juventud se unieron a la campaña de prevención contra el virus con el objetivo de fomentar la eliminación de los criaderos de mosquitos mediante la distribución de una guía escolar en los centros educativos que explica qué es la enfermedad, cómo se transmite y las medidas a tomar para eliminar los reservorios del mosquito. El plan del MINERD involucró a estudiantes, profesores y directores de centros del sistema educativo. Por su parte, el Ministerio de la Juventud (MJ) capacitó cientos de jóvenes para desarrollar jornadas de eliminación de criaderos y, junto al MSP, anunció que integrarán más de 10,000 jóvenes en todo el país, 50 asociaciones de estudiantes y 100 médicos (Batista, 2014).
Otras instituciones públicas como el Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN), las Fuerzas Armadas (FFAA), la Vicepresidencia de la República, la Defensa Civil (DC), el Colegio Médico Dominicano (CMD), la Empresa de Generación Hidroeléctrica Dominicana (EGEHID) y la Refinería Dominicana de Petróleo (REFIDOM) tuvieron presencia en distintos operativos de prevención, al igual que empresas privadas como Industrias Macier y Cementos PANAM (7 días, 2014; El Caribe, 2014).
El viernes 30 de mayo se realizó la Movilización Nacional de Prevención contra la chikungunya, que articuló los esfuerzos de instituciones estatales y privadas, organizaciones no gubernamentales, gremios profesionales, universidades, ayuntamientos y entidades comunitarias y barriales. La actividad fue pautada para desarrollarse de manera simultánea en todo el territorio nacional bajo la coordinación del MSP y con la participación de 400,000 voluntarios que distribuyeron en los hogares visitados afiches y panfletos con información sobre la enfermedad y las maneras de prevenirla.
Según las cifras oficiales, el operativo visitó 403,000 viviendas y eliminó cerca de 93,000 criaderos de mosquitos. Sin embargo, los medios de comunicación reportaron una participación tímida en el Gran Santo Domingo, donde muchos barrios no fueron visitados (Batista, 2014). A pesar de que la jornada fue convocada por la Presidencia de la República, no hubo acción masiva por parte de los empleados públicos y voluntarios.
En cuanto a la campaña emprendida por el MSP para control del virus, el Dr. Feris Iglesias explicó el día 2 de junio: “La fumigación no tiene efecto porque puede matar el mosquito adulto, pero no mata los huevos ni las larvas. Se fumiga hoy, pero mañana hay nuevos mosquitos; por eso hay que eliminar los criaderos”. (El Nacional, 2014).
Posteriormente, los operativos continuaron en distintas localidades que tienen brote epidémico como San Cristóbal, el Gran Santo Domingo y San Pedro de Macorís.
Atención médica
Para proveer de atención médica a los pacientes se han creado en los hospitales públicos unidades de atención febriles que cuentan con médicos, enfermeras y bioanalistas se han habilitado las Unidades de Atención Primaria (UAP) en lugares claves.
El medicamento recomendado para tratar la chikungunya, el acetaminofén, ha empezado a escasear en las farmacias del Programa de Medicamentos Esenciales (PROMESE/CAL, las boticas populares), en especial en las localidades más afectadas, como Hato Mayor. De acuerdo con Elena Fernández, directora del organismo, la escasez se produce porque las personas se abastecen del analgésico sin haber contraído la enfermedad –para estar preparados en caso de contagio. Para enfrentar la situación se ha aumentado el expendio a cada farmacia de 10,000 a 100,000 y hasta 300,000 pastillas, antiinflamatorios, sales de rehidratación oral y otros fármacos (De León, 2014). Siguiendo este razonamiento, aunque el número de los afectados desde el inicio de la epidemia está cercano a 80,000 (o más, si se considera la posibilidad de que las cifras subestimen el problema), el abastecimiento de medicamentos es suficiente para aproximadamente medio millón de personas.
Conclusiones
La chikungunya parece indetenible. Es muy probable que continúe su avance durante los meses venideros debido a la falta de inmunidad de los ciudadanos y la ubicuidad de los criaderos de mosquitos.
Los efectos de la epidemia continuarán sintiéndose en el ausentismo laboral y en el desgaste de los servicios de salud, que se han visto abrumados por la rápida expansión del virus, incluso entre el mismo personal médico.
La posibilidad de que la chikungunya haya venido para quedarse es muy real. Considerando que el país ha tenido serias dificultades a la hora de luchar contra el dengue –y los brotes de este tienden a aumentar en tamaño y letalidad–, será difícil eliminar el nuevo virus. Las condiciones son propicias para que este se vuelva endémico: los problemas de recogida de basura y suministro de agua que aquejan al país representan una infinidad de objetos potenciales criaderos de mosquitos. La pobreza y el bajo nivel educativo de la mayoría de la población aumentan las posibilidades de contagio, ya que se relacionan con el hacinamiento y la poca comprensión de los riesgos de la enfermedad.
Por tanto, la campaña para eliminar el mosquito debe ser permanente. La sociedad debe hacerse eco de los esfuerzos del MSP e integrarse a las jornadas permanentes de movilización para el control de mosquitos mediante fumigaciones. Pero no solo esto bastaría para controlar la epidemia, sino una campaña de información y educación para la eliminación de huevos y larvas.
Las asociaciones comunitarias, iglesias, escuelas, empresas e instituciones públicas y no gubernamentales deben continuar la campaña de educación a la población, haciendo énfasis en la eliminación de criaderos mosquitos y el cuidado de los enfermos en el hogar. Es mediante la creación de conciencia comunitaria que será posible detener la chikungunya, porque los criaderos de mosquitos son proporcionados por la misma población.
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